¿ABSOLVERÁ LA HISTORIA A HIPÓLITO MEJÍA?
Por José L. Tavárez Henríquez
“Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. Estas palabras pronunciadas por Fidel Castro en el juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953, se han convertido en paradigma para quienes creen tener la razón que no se les reconoce en el presente. Para decirlo con el bolero popularizado por Pedro Infante hace varias décadas: “Que murmuren, no me importa que murmuren, que me importa lo que digan ni lo que piense la gente, si el agua se aclara sola, al paso de la corriente”.
Este preámbulo es a propósito de la reciente carta enviada por Hipólito Mejía al presidente Fernández en la que esboza su defensa y reivindicación por el desastre económico que vivió el país bajo su administración, especialmente durante los dos últimos años (2002-2004).
Mejía ha encontrado en el desaparecido BANINTER la Caja de Pandora que contenía todos los males de su gestión. Como en el antiguo teatro griego ha reaparecido el “Deus ex Machina”, es decir, el Dios que resuelve todos los problemas y que tiene las respuestas para todo cuanto acontece.
Por desgracia para el Ex Presidente y para su Equipo Económico, los acontecimientos son muy recientes como para olvidarlos o evaporarlos en medio de un relatado lleno de ficciones y verdades a medias. Se ha dicho que los hechos son testarudos, se resisten a cederle el paso al mito y a la fantasía.
Los teóricos del gobierno de Hipólito, para justificar lo que pasó aquí, refieren diversos acontecimientos de Estados Unidos, Europa y otras latitudes. Estas comparaciones terminan por convertirse en trampas para ellos mismos, dado que la magnitud de la crisis a que aluden palidece ante la realidad de espanto que vivimos los dominicanos bajo aquella gestión.
Decir que el Dólar se ha devaluado un 22% frente al Euro o un 14% ante otras monedas es el aleteo de una mariposa con relación al huracán que significó una devaluación superior al 300%, al pasar de 16.50 pesos por cada dólar en el 2000 a más del 50 por uno en el 2004. Esta situación arrastró consigo los niveles de inflación más altos que recuerda la economía nacional y provocó que los supermercados fueran bautizados por la gente como “casas de terror”.
El Equipo Económico de Mejía, léase Andy, Escuder, Calvo, Malkún y compartes, omiten aceptar que los excelentes indicadores económicos de los dos primeros años del período 2000-2004 fueron consecuencia de la primera gestión del Presidente Fernández, como también obvian señalar la crisis de confianza generada por las erráticas ejecutorias de un gobierno que parecía no tener rumbo cierto.
Esa crisis de confianza fue de tal magnitud que se convirtió en un verdadero tsunami para los sectores productivos y para los bolsillos y el estómago de los dominicanos. El Presidente Mejía, desde el principio de su mandato, le imprimió un sello de informalidad y chabacanería a cuanto hacía. Esto, que resultó chistoso en la campaña, gradualmente fue dejando de ser gracioso para convertirse en algo de mal gusto.
La misma gente que celebró el estilo dicharachero del Guapo de Gurabo se sintió desconcertada cuando le imprimió la misma tónica a los actos de gobierno. Dice la gente que “quien mucho habla mucho yerra” y el Presidente no paraba de hablar, en ocasiones contradiciendo en la tarde lo que había declarado en la mañana. Si algo recordará por muchos años esta y las futuras generaciones es la hiperactividad de Mejía, de quien se dice que despachaba buena parte de los Asuntos de Estado desde el asiento trasero de su vehículo.
Lo que empezó con el desafortunado y fallido cambio de hora, se convirtió en la tónica de sus ejecutorias. Se recuerda que uno de los primeros decretos del presidente al tomar posesión fue la cancelación de todo el ministerio público del país, lo que paralizó la justicia por varios meses e implicó un retroceso en el avance de la justicia. Sin ningún miramiento ni rubor el propio presidente inició cancelaciones masivas de empleados públicos, mientras se permitía que las huestes perredeístas invadieran cada espacio con el único criterio de que el gobierno era solo para ellos.
Antes del derrumbe de BANINTER, tres mil millones de dólares empezaron a emigrar como resultado de las señales equívocas que mandaba aquel gobierno a los inversionistas nacionales y extranjeros, con la consecuente pérdida de empleos que elevó este indicador desde 13% a cerca de un 20%. La compra de las quebradas empresas eléctricas, que Hipólito usaría para hacer clientelismo en pro de reelegirse; la renegociación de contratos en perjuicio del país y el despilfarro y la francachela que mostraban los más cercanos funcionarios de Mejía jugaron un rol importante en la pérdida de confianza en aquella gestión.
Nada tuvo que ver BANINTER con los escándalos protagonizados por colaboradores cercanos al Presidente Mejía, varios de los cuales fueron asesinados en situaciones confusas y a otros retiradas sus visas norteamericanas. Tampoco se le puede atribuir a la quiebra de aquella entidad el desorden que copó la Administración Pública en aquel gobierno que muchos quisieran olvidar.
Ese Equipo Económico que aconsejó deslizar la prima del dólar haciéndola resbalar sin control hasta el sesenta por uno; el que convenció al presidente de que el nivel de endeudamiento del país era muy bajo, llevándolo a duplicar la deuda externa e interna del país hasta convertirnos en insolventes ante los Organismos Internacionales; el que renegoció los contratos de electricidad para hacernos pagar más y por mayor tiempo; el que recompró las quebradas Empresas Eléctricas, burlando las recomendaciones del FMI; el que diseñó el ilegal salvataje bancario que puso sobre los hombros de todo un pueblo la responsabilidad de un pequeño grupo. ¿Ese es el Equipo que pretende reivindicar a Mejía?
Hipólito nunca creyó en la importancia de la macroeconomía, su ya famosa expresión de campaña: “Yo amarro la macro con la micro, para que los de abajo boroneen” retrata no solo su ignorancia sobre el tema, sino también el sello que imprimiría a su administración. Para su desgracia, y la del pueblo dominicano, su estilo autoritario y la falta de carácter de su equipo económico produjeron el peor desastre económico de nuestra historia republicana.
Dudo que la historia absuelva a una gestión cuya secuela de males perseguirá a las familias dominicanas por varias generaciones. El agua, que se aclara sola al paso de la corriente, no hará sino evidenciar la magnitud del desastre que produjo la administración de Mejía y el PRD.
Por José L. Tavárez Henríquez
“Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. Estas palabras pronunciadas por Fidel Castro en el juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953, se han convertido en paradigma para quienes creen tener la razón que no se les reconoce en el presente. Para decirlo con el bolero popularizado por Pedro Infante hace varias décadas: “Que murmuren, no me importa que murmuren, que me importa lo que digan ni lo que piense la gente, si el agua se aclara sola, al paso de la corriente”.
Este preámbulo es a propósito de la reciente carta enviada por Hipólito Mejía al presidente Fernández en la que esboza su defensa y reivindicación por el desastre económico que vivió el país bajo su administración, especialmente durante los dos últimos años (2002-2004).
Mejía ha encontrado en el desaparecido BANINTER la Caja de Pandora que contenía todos los males de su gestión. Como en el antiguo teatro griego ha reaparecido el “Deus ex Machina”, es decir, el Dios que resuelve todos los problemas y que tiene las respuestas para todo cuanto acontece.
Por desgracia para el Ex Presidente y para su Equipo Económico, los acontecimientos son muy recientes como para olvidarlos o evaporarlos en medio de un relatado lleno de ficciones y verdades a medias. Se ha dicho que los hechos son testarudos, se resisten a cederle el paso al mito y a la fantasía.
Los teóricos del gobierno de Hipólito, para justificar lo que pasó aquí, refieren diversos acontecimientos de Estados Unidos, Europa y otras latitudes. Estas comparaciones terminan por convertirse en trampas para ellos mismos, dado que la magnitud de la crisis a que aluden palidece ante la realidad de espanto que vivimos los dominicanos bajo aquella gestión.
Decir que el Dólar se ha devaluado un 22% frente al Euro o un 14% ante otras monedas es el aleteo de una mariposa con relación al huracán que significó una devaluación superior al 300%, al pasar de 16.50 pesos por cada dólar en el 2000 a más del 50 por uno en el 2004. Esta situación arrastró consigo los niveles de inflación más altos que recuerda la economía nacional y provocó que los supermercados fueran bautizados por la gente como “casas de terror”.
El Equipo Económico de Mejía, léase Andy, Escuder, Calvo, Malkún y compartes, omiten aceptar que los excelentes indicadores económicos de los dos primeros años del período 2000-2004 fueron consecuencia de la primera gestión del Presidente Fernández, como también obvian señalar la crisis de confianza generada por las erráticas ejecutorias de un gobierno que parecía no tener rumbo cierto.
Esa crisis de confianza fue de tal magnitud que se convirtió en un verdadero tsunami para los sectores productivos y para los bolsillos y el estómago de los dominicanos. El Presidente Mejía, desde el principio de su mandato, le imprimió un sello de informalidad y chabacanería a cuanto hacía. Esto, que resultó chistoso en la campaña, gradualmente fue dejando de ser gracioso para convertirse en algo de mal gusto.
La misma gente que celebró el estilo dicharachero del Guapo de Gurabo se sintió desconcertada cuando le imprimió la misma tónica a los actos de gobierno. Dice la gente que “quien mucho habla mucho yerra” y el Presidente no paraba de hablar, en ocasiones contradiciendo en la tarde lo que había declarado en la mañana. Si algo recordará por muchos años esta y las futuras generaciones es la hiperactividad de Mejía, de quien se dice que despachaba buena parte de los Asuntos de Estado desde el asiento trasero de su vehículo.
Lo que empezó con el desafortunado y fallido cambio de hora, se convirtió en la tónica de sus ejecutorias. Se recuerda que uno de los primeros decretos del presidente al tomar posesión fue la cancelación de todo el ministerio público del país, lo que paralizó la justicia por varios meses e implicó un retroceso en el avance de la justicia. Sin ningún miramiento ni rubor el propio presidente inició cancelaciones masivas de empleados públicos, mientras se permitía que las huestes perredeístas invadieran cada espacio con el único criterio de que el gobierno era solo para ellos.
Antes del derrumbe de BANINTER, tres mil millones de dólares empezaron a emigrar como resultado de las señales equívocas que mandaba aquel gobierno a los inversionistas nacionales y extranjeros, con la consecuente pérdida de empleos que elevó este indicador desde 13% a cerca de un 20%. La compra de las quebradas empresas eléctricas, que Hipólito usaría para hacer clientelismo en pro de reelegirse; la renegociación de contratos en perjuicio del país y el despilfarro y la francachela que mostraban los más cercanos funcionarios de Mejía jugaron un rol importante en la pérdida de confianza en aquella gestión.
Nada tuvo que ver BANINTER con los escándalos protagonizados por colaboradores cercanos al Presidente Mejía, varios de los cuales fueron asesinados en situaciones confusas y a otros retiradas sus visas norteamericanas. Tampoco se le puede atribuir a la quiebra de aquella entidad el desorden que copó la Administración Pública en aquel gobierno que muchos quisieran olvidar.
Ese Equipo Económico que aconsejó deslizar la prima del dólar haciéndola resbalar sin control hasta el sesenta por uno; el que convenció al presidente de que el nivel de endeudamiento del país era muy bajo, llevándolo a duplicar la deuda externa e interna del país hasta convertirnos en insolventes ante los Organismos Internacionales; el que renegoció los contratos de electricidad para hacernos pagar más y por mayor tiempo; el que recompró las quebradas Empresas Eléctricas, burlando las recomendaciones del FMI; el que diseñó el ilegal salvataje bancario que puso sobre los hombros de todo un pueblo la responsabilidad de un pequeño grupo. ¿Ese es el Equipo que pretende reivindicar a Mejía?
Hipólito nunca creyó en la importancia de la macroeconomía, su ya famosa expresión de campaña: “Yo amarro la macro con la micro, para que los de abajo boroneen” retrata no solo su ignorancia sobre el tema, sino también el sello que imprimiría a su administración. Para su desgracia, y la del pueblo dominicano, su estilo autoritario y la falta de carácter de su equipo económico produjeron el peor desastre económico de nuestra historia republicana.
Dudo que la historia absuelva a una gestión cuya secuela de males perseguirá a las familias dominicanas por varias generaciones. El agua, que se aclara sola al paso de la corriente, no hará sino evidenciar la magnitud del desastre que produjo la administración de Mejía y el PRD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario