lunes, 23 de enero de 2017
ARTICULOS: PAR DE IDEAS SOBRE LA CUESTIÓN HAITIANA EN DISCUSIÓN
PAR DE IDEAS SOBRE LA CUESTIÓN HAITIANA EN DISCUSIÓN
(José Tavárez para conversatorio en Facebook)
La persona que habla en este video sobre las relaciones dominico haitianas lo hace con mucha gracia y realmente logra comunicar sus puntos de vistas. Creo que señala puntos importantes para la comprensión de esta problemática, solo que repite una serie de prejuicios e inexactitudes que no contribuyen al mejor entendimiento de la situación. (Ver video anexo)
Para empezar, esa historia de la anti dominicanidad del haitiano es muy relativa. Aclaro: Ese sentimiento se vive con mayor intensidad entre los intelectuales de extracción mulata y no pasa de ser pura retórica, como el antiimperialismo de la izquierda dominicana que, salvo honrosas excepciones no comen cuento con su visa USA y siempre que pueden se hacen residentes e incluso “American citizens”. Ese sector, que es el dominante en Haití, está constituido por una clase media que viene a estudiar a RD, a hacer negocios o a vivir en un clima de mayor seguridad, igual que hacen los burgueses dominicanos con casas y apartamentos en La Florida. Uno los puede encontrar comprando grandes cantidades de alimentos y bebidas en Price Smart y los mejores supermercados de nuestro país. Esa gente no está pensando en otra cosa que no sea disfrutar de los cuartos que se ganan de la manera en que los muy ricos saben hacerlo.
Los otros, los jodidos que son los más; los que nos encontramos en las plantaciones, en la construcción o en el chiripeo urbano, es un pueblo que a fuerza de opresión allá y aquí ha sido reducido a una masa acrítica a quienes la cuestión política les interesa poco. En general estas gentes solo aspiran a ganarse unos pesos para poder comer y vivir tan tranquilas como les sea posible. La indefensión aprendida les ha reducido a una condición en la cual no queda mucho espacio para pensar en dominar a nadie, que no sea el temor a “la camiona” o a los delincuentes con uniforme o de civil que intentan arrebatarles lo poco que ganan.
Este haitiano de a pie, como el dominicano pobre que logra emigrar, solo quiere una oportunidad para vivir tranquilo y amará a quien se lo ofrezca. Yo, que trabajé por una década en los bateyes, que he vivido por meses en Haití y que he realizado diversas investigaciones sobre la cuestión haitiana, puedo decir que el mayor afán de ese haitiano pobre es convertirse en dominicano. Vaya usted a un asentamiento de estos inmigrantes para ver cómo se esfuerzan por aprender español, cómo visten queriéndose parecer a nosotros y cómo disfrutan de una bachata de Anthony Santos.
Ahora, si nosotros no le permitimos que se integren, los maltratamos y discriminamos, los mantenemos fuera de nuestras escuelas y les negamos los servicios hospitalarios, podría llegar un día en que se rebelen y quién sabe qué podría pasar. Después de todo son seres humanos que han tenido la desgracia de ser gobernados por una sucesión de tiranos que los han sumido en la miseria material y espiritual más espantosa.
Pongámonos claros amigos míos, así como Puerto Rico no puede impedir que los nuestros lleguen, a pesar de estar separados por un mar bravío, tampoco nosotros podremos impedir que los haitianos sigan viniendo. Podemos regular, identificar y administrar inteligentemente esta inmigración pero no impedirla, excepto que a ellos les vaya tan bien que seamos nosotros quienes emigremos hacia allá.
Aprendamos de los gringos, que han hecho de la inmigración su fortaleza. Esos brazos haitianos que hoy sostienen la producción nacional son nuestros mejores aliados, y esos 10 millones de seres humanos que viven del otro lado de la frontera constituyen nuestro mejor mercado. Aunque algunos no lo crean, marchamos hacia un mundo con fronteras más flexibles, en un contexto cada vez más necesitado de intercambios de todo tipo. Eso pienso, aunque respeto el criterio de los demás.
JT
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